Autor: Sarah Tió

Quizás hayas escuchado la icónica frase de Paul Rand: “¡Todo es diseño, todo!”. Se afirma que el diseño es tan frecuente en la vida de los seres humanos como respirar. Somos consumidores constantes de él, sin escapatoria, a menos que seas un nómada salvaje. Pero en algún momento llegaremos al punto de crear objetos, metodologías o estrategias para el bienestar, tal como nuestros ancestros lo hicieron al comenzar a domar el fuego.

Hasta ahora, hemos asociado la palabra “diseño” con una idea de innovación y otros términos relacionados con la creatividad. Sin embargo, con el paso del tiempo y sumergidos en el mundo laboral, se reconoce que esto es solo la punta del iceberg. Es como tener una canción descargada, siendo esta el producto final destinado a ser consumido, pero no vemos toda la producción y distribución necesaria para generar activos económicos cada vez que se reproduce.

Dicho esto, una idea significa desarrollo, relación de conocimientos y creatividad aplicada a la resolución de problemas. La gestión de un proyecto requiere tanta creatividad como el propio diseño, y los mejores proyectos comienzan con la planificación y ejecución para satisfacer necesidades. Por ello, es pertinente mencionar que los arquitectos poseen un campo visual de máxima apertura y es fundamental en su forma de operar. La concepción de una propuesta parte del análisis de necesidades, comprendiendo la formulación del problema para poder identificar oportunidades.

Cada línea que se expresa es una respuesta más allá de la estética. También es una comprensión de cómo se crea valor, se procesa y cómo funciona la economía. Cada formulación de idea está ligada a la conciencia de analizar el impacto que puede tener y el agente de cambio que puede ser. Al afirmar que el diseño es un agente de cambio y que los arquitectos son creadores de proyectos, realizar un MDI te permite desarrollar habilidades para ser mejores líderes, identificadores de oportunidades y generadores de propuestas de valor, logrando un punto de encuentro entre el diseño y los negocios. Así, se ofrece soluciones innovadoras en la construcción de realidades tanto físicas como virtuales.

Después del resurgimiento tras salir del confinamiento provocado por la pandemia iniciada en 2020, percibimos cómo la tecnología no solo se ha vuelto el centro de atención, sino también una herramienta esencial en el ámbito laboral. Las videollamadas, el trabajo híbrido y la interconectividad llegaron para quedarse y, además, para desarrollarse.

Podemos identificar una dualidad entre lo físico y lo virtual que permite crear realidades junto con oportunidades. Es un campo comercial infinito y puramente comercial con el objetivo de adquirir activos digitales, como propiedades en el metaverso para fines de alquiler, oficinas, museos, arte simbólico no fungible. Un campo lleno de posibilidades que no solo generará el cambio de convertirse en bilingües ‘fisio-digitales’, sino también la generación de más empleos y una mayor especialización en diversos campos laborales.

La virtualidad es un territorio virgen lleno de posibilidades y una utopía sin limitaciones del mundo físico. Los arquitectos manejan el lenguaje físico-digital desde su formación, dada la necesidad de expresar lo que han concebido y hacerlo tangible. Por lo tanto, no solo puede haber negocios en lo tangible, sino que a través de su proyección digital pueden existir dos plataformas presentables de activos.

Al aprovechar esta dualidad, junto con las herramientas que ofrece este MDI y comprendiendo las oportunidades en los avances tecnológicos, estaremos preparados para enfrentar los nuevos paradigmas económicos, sociales y empresariales del futuro, tanto en encuentros presenciales como virtuales.